La Agencia de Sanidad Animal y Vegetal (APHA) del Reino Unido confirmó la ocurrencia de un nuevo caso clásico de Encefalopatía Espongiforme Bovina (BSE), más conocido como mal de la “vaca loca”.
El animal estaba en un establecimiento en Somerset, a 220 kilómetros al oeste de Londres y había muerto en esa propiedad.
Con el registro, la Organización Mundial de Salud Animal (OIE) e importadores del Reino Unido ya fueron notificados de la situación. La expectativa es que sean impuestas restricciones a las exportaciones británicas.
La agencia británica informó que “no hay riesgo para la seguridad alimentaria”, más abrió un proceso de investigación para indagar sobre el origen de la dolencia que, hasta el momento, es tenido como un caso único. Este es el quinto caso identificado en el país desde 2014, todos en animales que no serían destinados al consumo humano.
“Restricciones de movimiento fueron puestas en práctica en la granja. Este es el procedimiento padrón hasta que tengamos una comprensión clara del origen de la dolencia. Es también una prueba más de que nuestro sistema de vigilancia para detectar y controlar ese tipo de dolencia está funcionando”, dijo Christine Middlemiss, directora veterinaria de la APHA.
El status de riesgo general del Reino Unido para BSE permanece “controlado” y las autoridades británicas consideran que no existe riesgo para la seguridad alimentarias o la salud pública.
Un poco de historia. Al inicio de la década de 1990, cerca de 100 mil casos de la dolencia fueron confirmados en el Reino Unido y se estima que más de 180 mil cabezas habían sido afectadas. El foco llevó a sacrificar más de 4 millones de animales y el consumo de carne bovina llegó a ser prohibido en el país, ya que la dolencia podría ser transmitida a los seres humanos.
Diferencia con relación a Brasil. El Brasil registró dos casos atípicos de vaca loca al inicio de setiembre. En la situación brasileña, la dolencia se desarrolló naturalmente en animales más viejos.
Ya en los casos típicos, como el registrado en Inglaterra, la contaminación ocurre por medio del consumo de raciones producidas a partir de proteínas de animales contaminados, como harina de carne, harina de hueso, entre otros.